The idea is the machine

· por Cristina Carbajales

Hace muchos años que no vivimos una revolución que nos haga replantearnos qué es y hacia dónde va el diseño gráfico…

Para situarme en el momento actual me remonto hasta mediados de los años ochenta y el inicio de la «Legibility war». Este movimiento fue una consecuencia de la reacción de las nuevas generaciones ante las reglas que regían lo que se consideraba una buena tipografía y un buen uso de ésta. La experimentación se llevaba al límite y las letras se utilizaban a modo de expresión extrema.

 

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En 1984 Apple lanzó el nuevo Macintosh como la herramienta definitiva para el diseñador.

 

Las nuevas tecnologías impulsaron este cambio ya que pusieron al alcance de los diseñadores posibilidades innovadoras con las que podían redefinir los estándares del buen diseño abandonando el orden, la estructura, la geometría y abrazando nuevos efectos como el pixelado, las superposiciones o la fragmentación, incluso la falta de legibilidad se convirtió en un código, que una vez descifrado, desvelaba su mensaje. Las formas y las estructuras que hacían la tipografía legible se llevaban al límite, donde lo ilegible se mantenía aún comprensible.

 

Art Chantry, David Carson y April Greiman son exponentes de esta corriente que realizaba experimentos perceptuales y que se encontró con la oposición de una gran sector del mundo del diseño, que como Massimo Vignelli la consideraba directamente basura.

 

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April Greiman para Design Quaterly #133

Ya en la década de los noventa la tendencia se invirtió hacia la simplicidad compleja, llevando un paso más allá el cumplimiento de las normas clásicas, que no garantizan de por sí un buen diseño como resultado. Sin caer en el mero formalismo, para conseguir una buena correspondencia entre la forma y el contenido se ponían las normas al servicio del concepto.

 

En el momento actual ha desaparecido la polarización entre el discurso clásico y el discurso experimental, múltiples estilos conviven y cada diseñador, según su personalidad, puede encontrar su forma de expresión en un mercado siempre pendiente de las nuevas tendencias, que es capaz de absorber las formas de expresión más transgresoras y convertirlas en un estilo aceptado en masa alejado de su significado inicial.

 

Pienso que será difícil vivir de nuevo un gran cambio, que la evolución es ahora más progresiva y que se integra más rápida en la normalidad. En ese sentido, tanto si el camino escogido es el de la revisión de lo básico, como si queremos profundizar en la exploración de nuevos estilos, lo importante, para mantenernos en la buena dirección, es desarrollar una actitud crítica hacia el propio trabajo y mantener el concepto en el centro del proceso.

«The idea is the machine that makes the art» Sol Lewitt

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De acuerdo