Este artículo quedará desfasado en pocos días porque es alucinante lo rápido (y tengo que reconocer que a veces cansino) que evoluciona todo el mundo de la Inteligencia Artificial.
Mientras mucho observamos desde la barrera, preguntándonos si es burbuja a punto de explotar (las acciones empezaron a bajar drásticamente hace algunos meses) o si será el próximo Internet, la relación de la IA con las personas oscila apasionadamente entre el amor y el odio.
Es cierto que a los humanos nos caracteriza nuestra capacidad de empatizar. Podemos sentir lástima por un osito de peluche, una lámpara o, más recientemente un robot. Hace unos años hacían pruebas para comprobar el equilibrio del pero robot de Boston Dynamics dándole patadas para ver si caía. Y se lío bastante. Hasta tal punto que medios como CNN o The Guardian se preguntaban si era cruel patear a un robot.
https://edition.cnn.com/2015/02/13/tech/spot-robot-dog-google/index.html
Con la IA pasa algo parecido.
Yo reconozco que soy de los que le piden las cosas a Chat GPT por favor. No sé, es una inercia un poco atávica o la lejana esperanza de que si se lo pido educadamente me dará mejores resultados. Pero en el fondo es que empatizo y agradezco su ayuda.
Pero más allá del odio que pueden sentir los que se sientan amenazados por la intromisión de la AI como cuando las máquinas en la revolución industrial, hay un nuevo tipo de discriminación hacia lo generado por la Inteligencia Artificial: No es auténtico.
Disney Channel ha vivido ese odio hace nada en sus propias carnes cuando publicó el poster de la última temporada de Loki.
Los fans de la serie y los haters de la IA se manifestaron abultadamente en Twitter. Algunos se fijaron en la poca calidad de los números romanos típica de la IA y otros en los rasgos extraños raros de algunas personas. No es una cosa que se vea a simple vista, hay que fijarse bastante para pillar el gazapo. Pero sobre todo la crítica venía por algo tipo “Con lo que os ha costado la serie, ya podrías haber trabajado en el poster y no dárselo a la IA”. ¿No veis aquí un poco de discriminación? Yo sí.
A la gente no le ha gustado que una empresa y sobre todo Disney (que justo lleva ahora 100 años dibujando) le dé trabajo a la IA.
Y eso me lleva, de alguna manera, a ser optimista respecto a la relación de las marcas respecto a la industria creativa. Es decir, las marcas podrán usar la inteligencia artificial como ayuda, pero no como propuesta de valor, porque, por encima de todo, el usuario valora el trabajo como moneda cambio a la hora de relacionarse con una marca. O la generosidad, si queréis; la cantidad de tiempo que se ha dedicado a crear algo para ofrecer a la audiencia.
Si todos entendemos que la Inteligencia Artificial es un horno y la creatividad el cocinero, nunca habrá problemas de discriminación hacia la herramienta, al contrario. A menos que vayas a un restaurante y te sirvan un horno, claro. Entonces, con razón.