Bar Pepe

· por Cecilia Martin

Sumidos por la tendencia hacia la sofisticación del naming de algunas marcas, que derrochan creatividad e ingenio, uno empieza a echar de menos el gusto por lo sencillo, por llamar las cosas por su nombre, honesto y claro, como por ejemplo, el Bar Pepe, los Dulces de Andrea, las Papas Lolita. El naming con nombre propio nos transmite el calor de la persona que hay detrás, evoca autenticidad, el cuidado de algo hecho con cariño. Se trata de dar nombre a las cosas por lo que son, sin hacer alusión a metáforas ni evocaciones. Esa búsqueda de realidad, la necesidad de poder conectar con algo no pretencioso con lo que te puedes identificar, es posible que explique de alguna manera el éxito de los programas de ¨reality¨o el aumento en ventas de las biografías, porque nada interesa más que la vida de una persona y lo genuino de un lugar.

Es una pena cuando uno viaja a una ciudad y se encuentra rodeado de tiendas y restaurantes de franquicias así como productos que encuentras iguales en tu ciudad de origen, como las almendras de Starbucks. Lo interesante es encontrar tesoros locales como son las almendras Garrapiñadas de Cubero, el producto más famosos y por lo que es conocido el pueblo de Villafrechós. La familia que se encarga de su fabricación son los herederos de Cubero Marqués que continúan la tradición de su abuelo D. Silvero Cubero. Su elaboración hoy día es un secreto. Todo el mundo sabe hacer almendras garrapiñadas, pero no da el toque final de la familia Cubero. Se tiene uno que olvidar de las posibles recetas que dicen como se hacen las Almendras Garrapiñadas de Villafrechós. Sólo lo saben la familia Cubero.

cecilia.martín::consultora de naming

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