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Vivimos presionados por las tendencias, siempre con el radar alerta puesto en la innovación, las novedades, los últimos lanzamientos, los benchmarks y el trend hunting…. nos obsesiona estar al día y estarlo a todos los niveles.
Este contexto de continuo movimiento obliga a las marcas a que no deban vivir ajenas a las tendencias, si quieren mantenerse relevantes y dar respuesta a las necesidades cambiantes de los consumidores necesitan incorporarlas en sus narrativas, en sus productos, en sus comunicaciones…
Por lo tanto, adaptarse para acercarse a nuevos targets, y en medida de lo posible, anticiparse y ser el primero en capitalizar la tendencia en la mente del consumidor.
Sin embargo, a veces la decisión de posicionarse es ir contra la tendencia, contra el mainstream. Es por lo tanto reivindicar, por ejemplo, de forma desacomplejada y sin medias tintas que se debe consumir más carne en pleno boom de productos de plant-based o en pleno debate del impacto ecológico que tiene este sector.
Asimismo, es crear propuestas hipertecnificadas y futuristas que se contraponen al clean-label, lo orgánico y healthy o simplemente desconectándose de las redes para establecer vínculos más auténticos con su comunidad, tal y como hizo la empresa de Lush.
En esta línea también encontramos decisiones a contracorriente en la estrategia de negocio e inversión de marcas del sector fast fashion, ya que mientras Zara o Mango han reducido el número de tiendas físicas y cada vez apuestan más por el mundo digital otras como Primark apuesta por abrir más tiendas.
Porque de eso se trata en el fondo. De conseguir marcas que conecten de verdad, que sepan identificar qué tendencias les ayudan y empoderan para ganar relevancia y encontrar su propio camino. Con el criterio para incorporar aquellas que les empoderan y renunciar a las que diluyen su propuesta de valor o personalidad en aras de actualizarse conforme a la evolución del entorno.
“Pocos son los casos de marcas notorias que se mantienen deliberadamente al margen de lo que hacen la mayoría. Estas se mantienen fieles a su esencia y valores, consiguiendo crear una comunidad a su alrededor que valora su autenticidad, su atemporalidad y pureza sin artificios.“
Cuando la tendencia se convierte en patrón e incluso le damos nombre al blanding, no es una buena noticia para los que nos dedicamos a crear y optimizar el potencial de las marcas.
Pero… ¿qué es la tendencia del blanding?
Ya te adelantamos que es algo que es algo totalmente contrario a la idea de destacarse como marca y diseño. El blanding es una estrategia en la que se unifican los diferentes elementos de diseño bajo la misma tendencia o estilos del momento. Ejemplo: letra en negro, fondos en blanco, tipografía Sans Seriff o de carácter muy simple.
El objetivo de esta estrategia es intentar que tu marca no destaque o que no esté fuera de las tendencias del momento; corriendo el riesgo de camuflarse entre el resto de marcas que también están haciendo lo mismo.
Por ejemplo, encontramos anuncios de alimentación, de seguros, de energía… De lo que sea, y que se funden y confluyen en un mismo mensaje, lenguajes visuales clónicos, identidades gráficas uniformes. Esta homogeneización provoca una confusión para el consumidor; que finalmente compra pero es volátil, que flirtea pero no repite, que consume pero no conecta. Esta situación acaba añadiendo aún más presión a las marcas para ser efectivas en la conversión y el retorno.
¿Cómo debe ser una marca?
Una marca debe ser única y apropiable, con un punto de vista que aporte una nueva mirada a las tensiones del sector y una personalidad propia que le haga reconocible generando preferencia desde la autenticidad y la relevancia.
Y si para ello hay que ir contra tendencia… ¡Atrevámonos a pensar disruptivamente y explorar todas las posibilidades, a replantearlo todo para ir más allá y ser una real brand, de verdad!.