Mediante el branding no sólo buscamos generar ventas, sino también construir relaciones sólidas y duraderas con nuestros públicos de interés. Dichas relaciones influyen de forma activa para crear la preferencia de éstos hacia la marca y su fidelidad con el tiempo. E internet, las redes sociales y la digitalización en general ofrecen enormes posibilidades para establecer relaciones con las audiencias. Pero solo a través de una buena estrategia digital.
De hecho, hoy día si una marca no tiene una buena presencia en la red, es casi como si no existiese. Pero para construir una buena estrategia en el ámbito digital, en primer lugar deberemos definir qué objetivos tenemos: construir notoriedad, lograr un mayor engagement, conquistar territorios de significado, reposicionar la marca, llegar a nuevos públicos, generar mayor tráfico… Según los objetivos que nos planteemos, hay estrategias más adecuadas que otras.
Para definir una buena estrategia digital para nuestra marca deberemos tener en cuenta el tipo de sector, el comportamiento digital de nuestros clientes o el ciclo de vida de nuestros productos o servicios, entre otros factores. Y como ya analizamos en este post, hay cinco claves imprescindibles para una buena estrategia comercial, como son definir la estrategia de marca, establecer los territorios, articular las estrategias online y offline, la medición de los resultados y la actuación de la estrategia en base a dichos resultados.
Pero tan importante como la definición es la activación y la gestión de la estrategia digital. En Summa hemos detectado seis puntos fundamentales a la hora de poner en marcha estas estrategias y lograr resultados:
1. La estrategia digital debe ser coherente con la marca y en todos los puntos de contacto
No se trata de estar en el entorno online solo porque sea moda o tendencia. Cada acción que se tome en el mundo online – y también en el entorno offline – debe responder o enmarcarse dentro de una estrategia y posicionamiento previos, ir acorde con el resto de áreas de activación de la marca y plantearse como una oportunidad real para construir la percepción deseada y hacer tangible el propósito de la marca.
2. Disponibilidad 24/7: capacidad de acción y respuesta inmediata
Las innovaciones tecnológicas nos han acostumbrado a la instantaneidad. Queremos que las marcas estén disponibles en cualquier momento y en cualquier lugar, que respondan nuestras dudas, preguntas y comentarios y si puede ser al instante. Por eso es necesario plantearse los medios disponibles para ejecutar una idea antes de ponerla en marcha. De otra forma puede que no podamos responder a las expectativas y eso es peor que no estar presentes.
3. Mayor transparencia y cumplimiento de promesas
Este punto se relaciona con el anterior. No se deben realizar promesas que luego la marca no puede cumplir. Además de frustrar a los públicos y generar una mala experiencia de marca, en el mundo online los usuarios tienen más voz que nunca y son también altavoces de la marca. Por ello una mala opinión puede ser de lo más perjudicial para una compañía.
Asimismo, la exigencia de ética y transparencia a las empresas no es consecuencia de la digitalización, pero la opacidad es casi imposible de sostener hoy en día y además penaliza más y de forma más rápida por la capacidad de viralización y acción de los consumidores en los medios online.
4. Gestión colaborativa
El WOM (‘word of mouth’ o ‘boca a boca’) funciona más que nunca en el entorno digital y podemos invitar a los públicos a ser generadores de contenido y convertir a los destinatarios en protagonistas, para potenciar los mensajes y favorecer su sentimiento de pertenencia.
5. Analítica: gestión eficiente y eficaz de los datos
Según Virgina Rometty, presidenta de IBM, cada día se generan en el mundo más de 2.500 millones de GB de información. Está claro que esto añade mayor complejidad, pero también proporciona montañas de información, que bien analizada nos permite gestionar mejor la imagen y la reputación y saber más sobre el comportamiento y sentimientos de los públicos hacia la marca. Con ello, podemos detectar insights relevantes y optimizar las estrategias en todo momento.
6. Visión a largo plazo, pero flexible
El contexto evoluciona constantemente y cada nueva generación altera los patrones de consumo establecidos. Por eso, deberemos ser capaces de planificar y ejecutar proyectos digitales de marca a largo plazo pero también flexibles y con capacidad de adaptarse a los nuevos entornos, públicos y necesidades que los datos o la sociedad vayan arrojando.
Respetando estas claves, una estrategia de branding digital permitirá posicionar las marcas y dotarlas de significados relevantes para sus clientes potenciales, aumentando su presencia, captando nuevos públicos y fidelizándolos gracias a la interacción que seamos capaces de generar con ellos.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, recomendamos contar con profesionales. Lo ideal es que sean capaces de desarrollar una estrategia global de marca y además plantear e implementar estrategias digitales que permitan activar la marca y potenciar su valor en el entorno online.
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