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Desmitificando la creatividad en las compañías

La creatividad es indispensable cuando hablamos de negocios, especialmente en la coyuntura actual. Con un mercado tan variable, las estructuras y procedimientos habituales hacen que sea complicado anticiparse, por lo que debemos recurrir a las personas y a su capacidad para dinamizar, adaptarse, renovarse o salirse del guión.

Y de esto va precisamente la creatividad. Porque ser creativo no es vivir en las nubes ni sentarse alrededor de una mesa a concebir ideas locas. Tampoco se trata de romper con lo establecido porque sí. La creatividad es una forma de encontrar soluciones, originales y críticas, para afrontar situaciones o sacar ventaja de ellas.

Esta definición del término, sin embargo, no es la que compartimos en el imaginario popular. Generalmente se entiende la creatividad como un don reservado para algunas personas, como lo genios, los niños o los locos. Como si esta condición estuviera solo en manos de unos pocos.

Creativo: ¿se nace o se hace?

No hay discusión. La capacidad creativa tiene una base fisiológica en los seres humanos: nuestro cerebro cuenta con cien mil millones de neuronas, que a su vez, generan más de 1.000 conexiones con otras. Es decir, nuestra capacidad para conectar ideas es infinita.

No obstante, en la práctica no siempre desarrollamos todo nuestro potencial. Los procesos, entornos y jerarquías organizativas rara vez fomentan la creatividad de forma óptima. Factores como el miedo, el aburrimiento o el estrés nos inhiben y limitan.

Mitos creativos en entornos laborales

Si llegados a este punto te estás preguntando cómo potenciar la innovación en tu compañía, sigue leyendo para conocer los mitos y falsas creencias que entorpecen los procesos creativos en estos ámbitos.

1. La inspiración llega por arte de magia

El mito Eureka, tal y como lo identifica David Burkus en su libro The Myths of Creativity  (2013), consiste en la suposición de que las ideas surgen de la nada, cuando en realidad son la culminación de haber trabajado con anterioridad en algo. La experiencia previa juega un papel relevante en la creatividad, ya que todo lo que aprendemos hoy puede servirnos para dar respuesta a un problema en el futuro. Reservar espacios para la exploración e inspiración es una buena manera de cultivar el terreno para que crezcan las mejores ideas.

2. En los procesos creativos no hay que poner límites

¿Somos más creativos frente a una hoja en blanco o cuando partimos de un enunciado bien definido? Lo cierto es que los recursos ilimitados no siempre significan un resultado más innovador. La creatividad necesita márgenes y reglas que nos lleven al límite y fomenten el pensamiento lateral. Así que recuerda, la próxima vez que participes en una sesión creativa, aplica límites intencionalmente para maximizar el potencial imaginativo del grupo.

3. Las mejores ideas ya se han inventado

No importa el sector al que te dediques cuando leas esto: todavía queda mucho espacio para la innovación. A lo largo de la historia hemos visto cómo se han reinventado ideas antiguas para crear nuevos productos o servicios. Y es que el pasado no es estático. Es necesario revisarlo para replantearse el status quo y llegar a soluciones rompedoras. Como cuando Instagram se basó en Snapchat para crear su exitoso formato stories. No tengas miedo, inspírate en tu competencia y sectores paralelos para mejorar lo que ofrecen.

4. En un brainstorming salen las las mejores ideas

Esta técnica, concebida por el publicista Alex Osborn, es la más famosa del proceso creativo, aunque no necesariamente la más efectiva si no se aplica correctamente. No existe ninguna evidencia de que lanzar ideas en grupo estimule la creatividad. El miedo a ser juzgados o la tendencia a encontrar puntos en común afectan negativamente al rendimiento de la sesión. Por eso, antes de empezar una lluvia de ideas deja que tu equipo piense de forma autónoma, sin prejuicios ni sesgos grupales.

5. La creatividad está en el terreno de las ideas, no de la ejecución

La creatividad no es un proceso lineal ni acaba en la fase de ideación. Requiere de experimentación con usuarios potenciales para recoger aprendizajes que permitan optimizar las propuestas. Así que no esperes que las primeras ideas sean las definitivas. Mantén una actitud abierta, implica a otros equipos y crea un programa de validación con usuarios que asegure el éxito del proyecto en el mercado.

Ahora que ya hemos puesto sobre la mesa algunas de las ideas limitantes que nos condicionan, no hay excusa para situar la creatividad en el centro de los procesos corporativos. Porque solo cuando seamos capaces de mencionar la palabra “creatividad” sin que entren sudores fríos en los departamentos, habremos conseguido ser una empresa verdaderamente innovadora.

Irene Lucena

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