Gestión de marca

La ley de cookies: todo lo que las marcas deben conocer y aplicar

Actualmente generamos en dos días el mismo volumen de información que en toda la historia de la humanidad en 2.000 años. Es tanta la información existente que es imprescindible seleccionarla, interpretarla y utilizarla correctamente. Gracias a la digitalización, podemos en mayor o menor medida conocer mucho mejor las necesidades de los usuarios que interactúan con una marca. Una información que bien seleccionada y filtrada nos permite ofrecerles propuestas y experiencias cada vez más personalizadas permitiendo establecer relaciones duraderas con los clientes.

Las cookies son uno de los instrumentos que ofrecen la posibilidad de profundizar en el conocimiento de los perfiles, hábitos y necesidades de los usuarios. Como decíamos, esto permite dirigirles mensajes más acertados y ofrecerles propuestas personalizadas, lo que a su vez potencia la experiencia que los clientes tienen con la marca. Si bien esto es positivo, por otra parte todos queremos que nuestros datos y privacidad sean respetados escrupulosamente. Por ello, en mayo de 2018 entró en vigor la nueva normativa europea para la protección de las personas físicas en relación al tratamiento de los datos personales y a su libre circulación. En este post hablaremos de algunos aspectos destacables de esta nueva ley.

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¿Qué son las cookies y qué hacer respecto a la nueva ley?

La RGPD, que así se llama, contempla y regula entre otros aspectos el uso de las cookies en los diferentes sitios web de las empresas.

Las cookies son pequeños archivos presentes en una web que guardan nuestro historial de navegación y ofrecen la información a la empresa propietaria. No dañan los equipos ni descargan ningún software, simplemente almacenan nuestra información de navegación para su posterior análisis. De acuerdo a la RGPD, los usuarios deben permitir el acceso a esos datos por parte de cada web o compañía y en este sentido si son aceptadas darán pistas de sus preferencias o de las actividades más habituales que llevan a cabo.

La Agencia General de Protección de Datos clasifica las cookies en varios tipos:

  • Propias: los que pertenecen a la empresa o entidad cuya página se está visitando.
  • De terceros: llegan por parte de otra entidad, no pertenecen a la empresa cuya web estamos visitando.
  • De sesión: ofrecen datos e información relevante de los usuarios, pero solo cuando estos navegan en la web correspondiente.
  • Persistentes: las que permiten que los datos que se han recopilado queden almacenados y la empresa pueda tener acceso a ellos una vez que el usuario ha abandonado una web, pero siempre con un tiempo limitado para hacerlo.
  • Técnicas: aquellas que están relacionadas con las actividades ‘privadas’ que realiza un usuario en una web: si inicia sesión, si realiza una compra, si comparte algún dato en redes sociales…
  • Personalizadas:  se personalizan de acuerdo a características específicas de los usuarios, como por ejemplo el idioma. Estos tienen acceso a las mismas.
  • Análisis: ayudan a crear un perfil de los usuarios a partir del comportamiento de los mismos.
  • Publicitarias: son las encargadas de recopilar datos relevantes en relación a los espacios de publicidad existentes.

Conocer los diferentes tipos es importante para saber cuáles utilizamos y cómo debemos cumplir con la ley. Si somos nosotros los que recogemos la información de los usuarios con cookies propias y estos han dado su consentimiento, en principio todo está bajo control. Eso sí, la aceptación por parte de los usuarios debe cumplir con los requisitos impuestos por el Reglamento General de Protección:

  • Información: el usuario debe conocer perfectamente por qué se piden sus datos personales, cómo se van a utilizar y a dónde van a ir a parar.
  • Veracidad: aunque hay algunas cookies imprescindibles, el usuario debería poder navegar por la web incluso si ha rechazado el resto.
  • Retirable: los usuarios deben poder cambiar de opinión en cualquier momento sin que esto conlleve prácticas ilegales sobre los datos y la información aportada.

Gestionar bien la información es clave para detectar insights, optimizar las estrategias y en definitiva ofrecer productos, servicios y un trato personalizado a cada uno de nuestros clientes, lo cual redunda sin duda en una mayor confianza y fidelidad por su parte. Pero obviamente hay que hacerlo respetando su intimidad y aplicando la legalidad vigente. De lo contrario, las sanciones previstas pueden ser muy importantes, alcanzando incluso el 4% de la facturación.

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Redacción

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