Hoy entendemos emprendimiento como un concepto muy cercano a las startups, a la innovación, a la nueva economía digital. Y hoy los emprendedores han dejado de ser una anécdota para convertirse en muchos casos en Rock Stars.
De entrada, un emprendedor es alguien que va por el mundo con una mirada crítica con la realidad que le envuelve. No tiene que defender un espacio, una herencia, una manera de entender su negocio y sobre todo, una organización. Y esto en un momento de transformación radical como el actual es una ventaja. Es más fácil construir desde cero que reconvertir. Y es muy saludable recuperar esa sana curiosidad que teníamos cuando éramos niños.
En esa mirada crítica pone foco a solucionar un problema de un grupo de usuarios. Ese pain, así lo llaman en el ecosistema, está basado en un usuario real, en un problema real. Y, por tanto, no se piensa en qué vender, sino en cómo solucionar un problema. Por tanto, foco en el usuario, en el cliente, en el consumidor, en definitiva, en las personas y sus problemas reales.
El pain además, suele ser de un grupo de personas cuya agrupación cada vez tiene menos que ver con variables social demográficas. Son comunidades que comparten otras necesidades y otras motivaciones.
La teoría dice que los incumbentes, nombre que se utiliza para definir a las empresas establecidas, suelen ser muy capaces para resolver los problemas de sus actuales clientes. Los tienen cerca, les pueden escuchar. Pero suelen fracasar cuando tratan de conectar con nuevas audiencias, nuevas comunidades. Empiezan siendo pequeñas y alejadas a sus realidades y, por tanto, no les interesan. Pero cuando estas se convierten en grandes realidades, ya han encontrado a otros, normalmente emprendedores que han sabido cumplir sus necesidades. Aconsejable la lectura de The Innovator´s Dilemma de Clayton M Christensen
Otro factor habitual está en el uso de la tecnología para encontrar una forma distinta de resolver el problema. Si estás resolviendo un problema de la misma manera que hace cinco años, no estás siendo innovador.
La tecnología avanza a ritmos exponenciales y no lineales. Y, por tanto, resolver un problema utilizando tecnología ya estandarizada dificulta crear una solución diferencial. Es cierto que muchas tecnologías tienen su hype, momento, esplendor, y luego desaparecen, pero quien espera, espera, difícilmente será capaz de liderar una nueva ola
La escalabilidad es otro de los mantras. Y la tecnología es la palanca que permite encontrar esa escalabilidad. La automatización de cualquier proceso requiere una importante inversión, pero si has acertado en la propuesta de valor y en la buena ejecución permite crear nuevas barreras de entrada. Es muy saludable e interesante ver en qué tecnologías y sectores invierten los Venture Capital. Es una buena forma de escanear y acertar en las próximas disrupciones. El famoso hockey stick es su plasmación gráfica.
Y de ahí surgen varios buenos consejos o procedimientos que nos inspiran. No se tiene miedo a proponer una primera solución que no tiene que ser completa, pero que se centra en la que se considera la mayor aportación supuesta de valor. Se lanza y se escucha al usuario. Y desde ahí se construye, se itera hasta dar con la mejor de las soluciones. Por cierto, no hace falta una gran inversión para tener un mvp para testear. La lectura de un ya clásico Lean startup de Eric Ries sigue siendo un must.
Y ya que hablamos de metodologías, hablemos de cómo muchas de estas startups se organizan. Los departamentos por conocimientos se sustituyen por grupos de trabajos multidisciplinares que resuelven problemas. Revisar cómo trabajan y se organizan compañías como Airbnb o Spotify nos daría buenas pistas. Squads, Tribus, Guilds, Chapters. O nuevas culturas de trabajo más autónomas por entender que quien está más cerca del usuario es quien mejor le puede ayudar, pero con una indispensable cultura de conexión con el propósito de la compañía.
Y esto abre otra gran reflexión. He conocido a muchos emprendedores y los más exitosos no son los que han tenido un objetivo de especulación y enriquecimiento rápido, sino aquellos que han fundado una compañía con un firme propósito que trasciende a su propia solución. El camino del emprendimiento es largo y complejo y, por tanto, es mucho más fácil superar todas las complicaciones si se tiene claro un propósito inspirador.
Y, por cierto, las nuevas generaciones, los nuevos talentos exigen cada vez más compartir el propósito de su compañía. Y por eso los mejores talentos optan cada vez más por este tipo de compañías. Muchas son desconocidas, muchas viven en un claro escenario de incertidumbre, pero eso no deviene en un problema, sino que seguramente esa cultura del emprendimiento no significa solo un riesgo económico, sino una manera de vivir de forma distinta la seguridad. Me atrevería a decir que el mayor riego es no arriesgar
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