Me gustaría establecer un paralelismo entre el mundo de la alimentación y el de la industria en general y del diseño, pero, ¿cómo? Pues sí, se habla a menudo de la trazabilidad de un producto, esto es el conocimiento y el control de su origen, sus procesos, incluyendo transporte, envasado, etc. hasta que llega a nuestra casa y a nuestra mesa. Pues lo mismo ocurre con las marcas o los productos que diseñamos.
Desde mi óptica de diseñador, a menudo he observado cómo una buena idea de diseño en origen, se va erosionado a medida que los múltiples actores que intervienen en el proceso van aportando su «granito de arena», distorsionando la idea original e incluso a veces llegando a anularla por completo. Siempre en aras de una adecuación más racional o, estratégica, de su posicionamiento, etc. los argumentos son múltiples, pero una cosa está clara: a veces, perdemos la «trazabilidad» y con ello la magia o la alquimia de un buen diseño.
Buena prueba de ello es que los portafolios de diseñadores están llenos de las mal llamadas «tomas falsas», es decir, el diseño original con el que una idea fue concebida, que normalmente suele ser mejor que el resultado final que sale a la luz, por desgracia .
No obstante, hay empresas y clientes muy conscientes de este hecho y es muy estimulante trabajar en sintonía con un cliente así, siendo muchas veces el propio cliente que te hace volver a aquella idea del princpio que tanto le gustó y se perdió por el camino…Esto es «trazabilidad» en el diseño y digo diseño, no estrategia, porque la estrategia tiene un contenido más racional, es más fácil defender su postura y una vez se está de acuerdo no se suele mover y el diseño, en cambio, que es más subjetivo, es más susceptible de distorsionarse de su idea original, tan simple como eso.
Siempre y cuando una idea esté resuelta de manera adecuada y acorde con la estrategia y tenga unos mínimos de calidad y de concordancia con el briefing, llegados a este punto, ¿quién decide qué tipografía, qué color , etc.? Si sólo interviene la subjetividad entonces ya tenemos el peligro de que por un cambio de última hora perdamos el esfuerzo realizado en todo el proceso… perdamos la «trazabilidad».
Con esto lo que quiero decir es que el diseño, una vez cumple los requisitos estratégicos y de briefing, queda más expuesto a interpretaciones subjetivas de clientes, y otros intermediarios, pudiendo llegar a echar a perder una buena idea de diseño (aunque cumpla estrictamente y a la perfección el briefing y la estrategia).
Con ello no defiendo ni valoro más un ámbito respecto a otro (estrategia/diseño), ya que en el fondo se deberían complementar y retroalimentar, y a menudo así es, dejémoslo claro.
Todo esto forma parte del proceso de diseño y un buen profesional debe saber lidiar con estos «gajes» del oficio, pero nunca está de más hacer un alto en el camino y pensar cómo podemos mejorar!!! Abogo por la trazabilidad en el diseño!!
Gracias y hasta pronto
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